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diumenge, d’octubre 21, 2007

¿PORQUÉ EL MERCADO HIPOTECARIO AMERICANO PUEDE COMPROMETER EL CRECIMIENTO EUROPEO?

Las hipotecas de alto riesgo o subprime tan solo representan el 13% del mercado hipotecario americano, entonces ¿cómo es posible que pueda esto afectar a la economía Europea?


Hace unos días leía en prensa un chiste en el que se veía a un “Antisistema” que decía: Si llego a saber que no pagando mi hipoteca podía comprometer el sistema económico mundial, lo hago antes. Esta es la sorpresa con la que nos hemos encontrado tantos ciudadanos de a pié al ver cómo por el solo hecho de que aumente la morosidad en las hipotecas de alto riesgo o subprime se comprometía la buena marcha de la economía Europea con situaciones extremas en algunas entidades financieras -como en el caso del Northern Rock- que necesitaron la ayuda del Banco Central Europeo.

Para entender el mecanismo de transmisión de la que se ha venido en llamar Crisis de las hipotecas Subprime lo primero que tenemos que definir es cuales son estas hipotecas también denominadas de alto riesgo. Estas hipotecas son las que se conceden a clientes que tienen un historial de riesgo problemático, o que no aportan toda la documentación necesaria (demostración de sus ingresos por ejemplo), si el importe de la hipoteca representa un porcentaje muy elevado sobre el valor de la vivienda (más de un 85%), o bien porque el pago de la cuota representa más de un 55% de los ingresos disponibles, entre otras situaciones. Evidentemente estas hipotecas tienen una sobreprima de riesgo, es decir los tipos a los que se conceden son un 2 o un 3% superiores a las hipotecas estándar o prime.

Pero si alguno de ustedes ha intentado hacer una hipoteca que tenga una o varias de las características más arriba indicadas sabrá lo difícil que es conseguir que alguna entidad financiera asuma ese riesgo. Entonces ¿Quién concede hipotecas de alto riesgo en el mercado hipotecario estadounidense? Existen un tipo de entidades financieras que tienen la característica que no son tomadoras de dinero, es decir que pueden realizar prestamos pero no depósitos, y por ello tienen unas exigencias regulatorias y de supervisión inferiores que los bancos y otras entidades de depósito.
Pero si no tienen depósitos de clientes ¿de qué forma obtienen estas entidades dinero para prestar en forma de hipotecas de alto riesgo? Aquí se inicia el mecanismo de contagio de la crisis. Para entenderlo debemos contar con los Collateralised Debt Obligation que para simplificar denominaremos CDO. Los Bancos de Inversión i/o Comerciales compran las hipotecas subprime y generan unos instrumentos financieros que les permiten captar dinero del mercado remunerándolo con los beneficios de estas hipotecas, estos instrumentos son los CDO que pagan un interés superior al de mercado puesto que las hipotecas en que se sustentan tienen un interés superior que las estándar o Prime. Bien, ya tenemos las entidades financieras que han concedido hipotecas subprime que las han vendido y han conseguido nuevos recursos para continuar concediendo más hipotecas. Por otra parte tenemos los CDO que en base a esas hipotecas han generado depósitos de alto rendimiento, pero ¿quién compra esos depósitos? Esos depósitos los compran Fondos de Inversión, tesorerías o compañías de seguros. También Bancos y Fondos de inversión Europeos han invertido en estos productos por lo que el efecto se traslada de esta forma a Europa. Si estos compradores se endeudan para aumentar su inversión en los CDO y ganar más, se está generando liquidez al sistema. Hasta aquí todo funciona a la perfección.

Todo cambia cuando empiezan los impagos de las hipotecas de alto riesgo por dos factores fundamentales:
1. Alza de tipos de interés que hacen que el pago de las cuotas sea más pesado para los deudores.
2. Baja de precios en el mercado inmobiliario que hacen que el deudor se desmotive a la hora de devolver el préstamo, y además no pueda pedir préstamos adicionales como hacía antes en un mercado de la vivienda al alza.

Este es el escenario estadounidense a mediados de 2006. Parte de las hipotecas subprime dejan de pagarse, con lo cual los bancos que las habían comprado y captado inversores para que financiasen estas hipotecas dejan de pagar a estos, los fondos de inversión que habían generado liquidez pierden su valor por el incremento de la morosidad y los inversores no recuperan su capital invertido y no pueden devolver sus prestamos, por tanto se genera una reducción de la liquidez con tres efectos importantes:
1.El dinero que habían invertido queda inmovilizado, hasta que se ejecuten las hipotecas y cobren el dinero que habían prestado (puede que con pérdidas si el descalabro del mercado inmobiliario es de gran dimensión)
2.El dinero deja de tener confianza en el sistema con lo cual deja de afluir a los mercados de CDO.
3.Se produce un efecto contagio, y todos los bancos están bajo sospecha, aunque no hayan realizado inversiones en CDO, por lo que los bancos ya no se prestan dinero a más de tres meses puesto que no se fían de que se pueda devolver.

Pero ¿Cómo se traslada a la economía real? Las entidades financieras deben seguir recibiendo liquidez, es decir captar recursos de sus clientes para poder seguir financiando tanto inversiones de empresas, como bienes de consumo o bienes inmuebles. Si se da una crisis de confianza y de liquidez del modo anteriormente expuesto las entidades pueden tener dificultades para conseguir el dinero necesario y continuar concediendo préstamos que es en lo que se basa su negocio. Si las entidades financieras tienen estas dificultades y los tipos de interés van al alza, el encarecimiento de la financiación de las empresas y particulares puede colapsar el mercado inmobiliario europeo, reducir drásticamente el consumo interno e incentivar a las empresas a aplazar sus decisiones de inversión. Por ello las ultimas actuaciones del banco central Europeo han estado encaminadas a inyectar liquidez al sistema y si no reducir, por lo menos posponer el incremento del precio del dinero, esperando que vuelva la normalidad a los mercados financieros.



J. Torres y J. Espiell